jueves, 27 de agosto de 2009

¡Nos están robando!

Tanto hablar de la burbuja inmobiliaria, y nada se oye, sobre la burbuja municipal, que permanece desconocida por parte de la población, por no existir en los organismos locales, algún concejal inteligente y decente que se atreva a ponerla en evidencia.
Están inflados los costes de obras y servicios que recibimos a través de las comunidades y ayuntamientos, por la inutilidad de la FEMP, que podría actuar de “gran cliente” imponiendo o racionalizando precios, ante los grandes proveedores, y la golfería e incapacidad gestora de las fuerzas políticas presentes en las instituciones, que prefieren negociar separadamente sus contratos, soportando injustificados encarecimientos, o engordándolos de manera cómplice para sacar “comisiones personales” o colectivas.
Un ejemplo palmario lo encontramos en las fiestas de los pueblos donde, por contratar mal y a destiempo atracciones artísticas, se han ido encareciendo complacientemente los cachés de los grupos musicales, hasta llegar a los precios exagerados de la actualidad, al punto, que poco les importa a los susodichos la existencia del “top manta” si se mantienen los conciertos, muchos de los cuales son pagados con prodigalidad por los ayuntamientos, que podrían haber negociado giras con la FEMP, asegurando ingresos a los proveedores (los citados grupos), y mejores precios a los consistorios asociados a tal efecto.
Igual caso podría darse con el asfaltado o la recogida de basuras, la única razón que justifica la negociación individual ayuntamiento por ayuntamiento, es tan sucia, como las intenciones de sus beneficiarios.
Estamos pagando mucho más de lo razonable por las obras y servicios, y no se benefician de ello los trabajadores de las empresas privadas que los realizan, porque el montante abusivo se queda en “negro y blanco” por el camino, en subcontrataciones intencionadas.
Mucho se habla de recortes en gastos de representación y suntuarios, olvidándose de que las propias obras y servicios no cuestan lo que se nos pretende hacer creer.
No todos los concejales son parte en este “negocio”, me consta que hay alcaldes y concejales ignorantes, por su incapacidad política y de gestión, y la mordaza impuesta por sus partidos, que desconocen estos “manejos”.
Pero todo ello evidencia la necesidad de un partido político, que impida con su denuncia tal situación, y reviente esta burbuja que lastra la actividad municipal, con deudas multimillonarias, y perjudica gravemente nuestras economías familiares, que es a la postre el soporte de tales dispendios.
Esta burbuja constituye una sobreexplotación añadida a la que soportan permanentemente los trabajadores, y combatirla debería haber sido tarea de los concejales de Izquierda Unida de todos los ayuntamientos y comunidades, que han mirado para otro lado, o colaborado traicionando a la clase obrera.

jueves, 20 de agosto de 2009

El ruido de los aviones

Los vecinos de la Urbanización Santo Domingo en Algete, urbanización situada frente a Ciudalcampo, en plena nacional uno, protestan continuamente y encabezan las movilizaciones en contra del abusivo uso del espacio aéreo que se produce por encima de sus casas, por parte de las compañías, que operan en el aeropuerto de Barajas. Estando de acuerdo con sus reivindicaciones, en cuanto a reconocer, que por abaratar costes, en cuanto a gasto de queroseno en sus tomas de altura, los vuelos discurren en sus despegues por las rutas más cortas, lo que molesta grandemente a estos vecinos, también es hora de decir como se crea ese núcleo poblacional, en zona tan delicada.
En plena euforia franquista, el régimen se incauta de terrenos, que cede o posibilita a bajo precio, en agradecimiento por los servicios prestados durante la guerra civil, al Colegio de Ingenieros Aeronáuticos, el cual a su vez ofrece el mismo parcelado a colegiados y pilotos de Iberia, que los compran a precios que hoy nos resultan inimaginables.
Hoy en día, en la mayoría de los casos, sus herederos, ajenos a la situación de privilegio de la que se han venido beneficiando durante años, los caballeros laureados en el fratricida conflicto, o creyendo que ignoramos como lograron la propiedad de sus chalets, se indignan por el tema de los aviones, y se manifiestan como si fueran rojos.
Perplejos nos deja el ver, la lucha encarnizada y justa de estos, a los que durante los años de existencia del franquismo, les importó un bledo la privación de libertades que sufríamos el resto de los ciudadanos, algo considerablemente más grave que el ruido de los aviones, el mismo que les brindó la posibilidad de tener unas posesiones que resultaban inalcanzables para la mayoría de los españoles que no habían colaborado con Franco.
El Ayudante del Farero.