Con motivo de la última Eurocopa, hemos podido ver profusa y exhaustivamente la bandera nacional con el escudo constitucional sustituido por la silueta de un toro, esta sustitución tiene unas motivaciones muy concretas aunque sus seguidores y portadores a veces lo ignoren, de igual manera ignoran la historia que aparece representada en nuestro escudo, la historia del primer estado moderno del mundo, casualmente. Ignoran tantas cosas. Sustituyen el escudo por el toro, primero porque su cobardía les hace temer la oficialidad que creen que entraña la bandera con escudo, segundo porque temen que les llamen "fachas" si llevan la correcta enseña nacional, tercero porque con este gesto pretenden congraciarse con los enemigos de España, con los nacionalfascistas periféricos.
Esta iconografía del toro es un invento de antisistemas o está siendo utilizado al menos por estos, con la pretensión de vaciar de contenido histórico nuestros símbolos, dado que buscan a todo trance reinventar la historia, y acreditar con sus disparates la legitimidad de las Taifas; Taifas que pretenden imponer, con la pasividad y complicidad de las más altas instancias del País, que acuden complacientes a acreditar su defensa de España apoyando a la selección española de futbol. ¡Que heroicidad!. Estos portadores de la bandera del toro son los que se agazapan y las esconden cuando se producen actos terroristas; entonces palidece su amor patrio y se ponen de perfil para no estar o al menos parecerlo. Estas ratas, ya de jóvenes en pleno franquismo, no secundaban las huelgas, denunciaban a los que nos manifestábamos, arrancaban los carteles de las calles, o cuando menos guardaban silencio, y criticaban en voz queda, a los cuatro que alzábamos la voz pidiendo libertad. Cuando llegó la democracia sin su ayuda, claro está, más que la tímida de un voto en cabina, su desconocimiento de los usos y costumbres de la misma les llevó a pretender imponer de forma totalitaria las ideas de su iletrada mayoría frente al discrepante, que acata, pero mantiene su libertad de pensamiento, mal que les pese a estos neodemocratas; en el fondo lo que les guía es el temor, producto se su complejo de inferioridad de indoctos, a que el que disiente de la mayoría tenga razón, y eso les desestabiliza, por que haría trizas sus pretendidos "principios". Admiran al toro bravo por sus testículos, pero se le asemejan por los cuernos, más que de toro bravo, de atolondrado cabestro.
El Ayudante del Farero
Esta iconografía del toro es un invento de antisistemas o está siendo utilizado al menos por estos, con la pretensión de vaciar de contenido histórico nuestros símbolos, dado que buscan a todo trance reinventar la historia, y acreditar con sus disparates la legitimidad de las Taifas; Taifas que pretenden imponer, con la pasividad y complicidad de las más altas instancias del País, que acuden complacientes a acreditar su defensa de España apoyando a la selección española de futbol. ¡Que heroicidad!. Estos portadores de la bandera del toro son los que se agazapan y las esconden cuando se producen actos terroristas; entonces palidece su amor patrio y se ponen de perfil para no estar o al menos parecerlo. Estas ratas, ya de jóvenes en pleno franquismo, no secundaban las huelgas, denunciaban a los que nos manifestábamos, arrancaban los carteles de las calles, o cuando menos guardaban silencio, y criticaban en voz queda, a los cuatro que alzábamos la voz pidiendo libertad. Cuando llegó la democracia sin su ayuda, claro está, más que la tímida de un voto en cabina, su desconocimiento de los usos y costumbres de la misma les llevó a pretender imponer de forma totalitaria las ideas de su iletrada mayoría frente al discrepante, que acata, pero mantiene su libertad de pensamiento, mal que les pese a estos neodemocratas; en el fondo lo que les guía es el temor, producto se su complejo de inferioridad de indoctos, a que el que disiente de la mayoría tenga razón, y eso les desestabiliza, por que haría trizas sus pretendidos "principios". Admiran al toro bravo por sus testículos, pero se le asemejan por los cuernos, más que de toro bravo, de atolondrado cabestro.
El Ayudante del Farero