El 7 de octubre de 1994 nació Radio Intereconomia, situada la emisora de FM, en un palacete, en plena calle de Fernando VI, y fundada por Jesús Gasulla, yerno de Ramón Serrano Suñer (el "cuñadisimo" de Franco); por tanto, vinculado a Radio Intercontinental, descubridor a decir de él, de Encarna Sánchez y de José Maria García. En la emisora por él fundada pasé a ocuparme desde mi llegada, de la dirección comercial, conjuntamente con mi buena amiga Carmen Barrera, y también de la dirección de comunicación corporativa, que asimismo compartimos. Durante un breve espacio de tiempo llegamos a formar parte, junto a su primera dama, del circulo más cercano al jerarca. Hasta, que en enero de 1995 comenzase a emitir sus famosas pildoras centradas sobre todo en una critica tremenda a la persona de José María Amusátegui y al BCH; de una agresividad desconocida en la época, vivimos unos meses que podríamos llamar dulces, durante los que pudimos hacer sugerencias que fueron sistemáticamente desoídas por Gasulla, a la misma velocidad a que eran presentadas ante él, que era, y seguirá siendo si vive, un ególatra, un soberbio, y un déspota, como su suegro y mentor. En un momento determinado allá por mediados de noviembre o principios de diciembre, le logré concertar una cita con Fernando de Soto y López Doriga, a la sazón director general y de relaciones institucionales del Banco Popular, en su despacho, de la emisora, y allí que coincidimos los tres.
Mis contactos previos con de Soto habían sido muy cordiales, lo que era lógico por otra parte, dada su categoría profesional, su edad, y experiencia. Nos sentamos Gasulla y yo frente a él, en el sofá nosotros, y don Fernando lo hizo en una butaca, separados por una mesita en la que había unas copitas de vino, en ese momento vacías; de Soto era todo un gentelman, rondando la jubilación, mantenía una imagen impecable y abierta, lo propio en un responsable de relaciones institucionales, pelo canoso y semblante afable. Jesús Gasulla que era un armario ropero con gafas, empezó bien, explicando las razones de existencia de la emisora, que cubría un hueco incomprensible de que existiera hasta ese momento en el panorama radiofónico, su vocación de servicio público dirigido al mundo financiero, sobre todo por las mañanas, con información bursátil en tiempo real, y a la formación universitaria por las tardes con cursos de economía y otros, impartidos por reconocidos expertos como Joaquín Tamames, etc...y patrocinados por universidades privadas de reconocido prestigio. Lo más gracioso fue cuando ebrio de loas hacia si mismo, y a su buen hacer, a su autodidactismo, y autocracia, empezó a hablar de "sus cosas". Las caras entonces que ponía de Soto al escuchar las aventuras y desventuras de Gasulla eran espectaculares, y yo me limitaba a hacer gestos de aseveración con la cabeza ratificando las historias de mi jefe. El culmen se aproximaba cuando comentó que él era aficionado a la pintura y coleccionista de Sorollas, que precisaba llamándolos "Sorollitas" debido al tamaño de aquellas obras, según él. De Soto abría los ojos que se le iban a saltar sobre la mesita, y Gasulla proseguía diciendo : "No conseguí un Sorolla el otro día en una puja en Sotheby’s por culpa de haber perdido el avión a Londres, y tener que hacerlo por teléfono", y añadió "Tengo algunos en la casa de Malibú, casa que tengo al lado de esta chica. ¿Horacio, como se llama esta chica que trabaja en nueve semanas y media? Kim Basinger, le precisé. "En efecto esta chica tiene la casa al lado de la mía, con un vecino entre medias de ella y yo, son casas que por un lado dan a la carretera, y por el otro a la playa, allí tengo algún que otro sorollita, pero es una pena pues tengo la casa mucho tiempo cerrada, voy poco últimamente".
Fernando de Soto estaba anonadado, los ojos fuera de sus órbitas, tratando de buscar explicación en los míos, que permanecían serenos prestando aquiescencia, pero faltaba el número final. Le preguntó Gasulla a de Soto, si le había traído algún coche del banco, y él dijo que no, ante lo que el Don dirijiendose a mí dijo: "Horacio, haga el favor de dar orden de que lleven a don Fernando en el Rolls donde él indique". No fructificó aquella relación al final, porque por entonces el Banco Popular no hacia ningún tipo de publicidad, y menos con nosotros con lo que pasó meses después con las dichosas pildoritas. A medida que pasaba el tiempo y aumentaba su ensimismamiento empecinado en el error, se iba aislando más y más y el aire comenzó a hacerse irrespirable. Todo acabó con la disolución del equipo comercial; nos despidió a Carmen y a mí, y acabó vendiendo la emisora por 500 millones a Asensio, que fue comandado por el BCH para parar al sórdido elemento, y éste la anexionó a La Gaceta de los Negocios, formando un grupo de empresas. Fin del capitulo.
El Ayudante del Farero